Volcán Ubinas: un año después de su erupción

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Por: José Del Carpio, Vulcanólogo del IGP

Este próximo 19 de julio, se cumple un año de la explosión volcánica más grande en el Perú en el siglo XXI. ¿Recuerdan las noticias sobre el volcán Ubinas y la expulsión violenta de cenizas desde la madrugada de aquel día de julio de 2019? Hoy, les comentaré sobre este evento y el trabajo realizado por el IGP en el manejo de esta emergencia.

Sabemos que una erupción volcánica expulsa el magma que asciende desde las profundidades de nuestro planeta, material que recorre un largo camino antes de alcanzar la superficie. Conforme avanza, el magma desencadena una serie de procesos que pueden ser detectados en tiempo real por una disciplina científica: la geofísica.

Empleando sismómetros, inclinómetros, receptores GNSS y otros equipos, es posible detectar y estimar la profundidad del magma ascendente. En el caso del volcán Ubinas, el 18 de junio de 2019, el Centro Vulcanológico Nacional (CENVUL), servicio del Instituto Geofísico del Perú (IGP) responsable del monitoreo y alerta de erupciones volcánicas, registró una serie de sismos anómalos tanto en número como en su frecuencia en el tiempo. Aquí fue cuando el CENVUL advirtió a las autoridades la posible ocurrencia de nueva actividad eruptiva del volcán Ubinas. Tres días después, se registraron sismos relacionados a una fuente clara: el movimiento y ascenso de magma. Seis días después del primer aviso del CENVUL, ocurrieron las primeras emisiones de ceniza.

Lejos de considerar que la erupción se resumiría a emisiones leves de ceniza, registramos en el CENVUL actividad sísmica que hacía pensar lo contrario. Es así que 25 días después, tal como lo veníamos previendo, el Ubinas desencadenó una gran actividad explosiva. Desde las 02:29 a. m. del 19 de julio, y por más de 8 horas, fueron expulsadas continuamente y con gran energía cenizas y gases hasta una altura de 6 km sobre la cima del volcán, partículas que llegaron a Puno, Tacna e incluso La Paz, capital de Bolivia, a más de 250 km de distancia. De acuerdo con el INDECI, resultaron afectadas 29 703 personas en el sur del Perú.

Pero ¿cómo el IGP pudo pronosticar esta erupción?, ¿acaso es posible anticipar la ocurrencia de una erupción volcánica? Desde 1990, el IGP estudia y monitorea los volcanes en nuestro país. Estos 30 años de experiencia han servido para comprender mejor su dinámica previa a una erupción; por ello, apoyados en métodos geofísicos, hoy podemos identificar esos primeros impulsos del magma en profundidad y estimar con anticipación la ocurrencia de una erupción.

¿Somos conscientes del peligro de una erupción? En esa línea, es válido hacerse esta pregunta: ¿Arequipa, a 65 km del Ubinas, habría podido afrontar el impacto de la ceniza que el año pasado expulsó este volcán a más de 250 km de distancia? La respuesta la sabe cada uno de ustedes.

IGP: «Ciencia para protegernos, Ciencia para avanzar».



Vía Gob.pe

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